Triduo de Oración 3


Un Plan para Resucitar

La pandemia del Covid-19 nos ha llevado a una situacón inéditay difícil para todo el mundo. Al mismo tiempo, también ha sido una oportunidad para tomar conciencia de lo que significa ser comunidad e iglesia en el siglo 21. En medio de este escenario ha surgido la preocupuación de cómo atender no solo la salud física sino también la espiritual. Nosotros en la Parroquia San Ignacio hemos sido bendecidos con un grupo de voluntarios, profesionales de la salud y sacerdotes de la Comunidad Jesuita que han hecho posible llevar a cabo la reapertura a las celebraciones y liturgias presenciales. En agradecimiento y en escucha para saber responder a la nueva realidad de la comunidad e iglesia en Puerto Rico les invitamos a unirse a un triduo de oración los días 2, 3 y 4 de octubre.

La participación en el Triduo de Oración puede ser presencial o virtual. La llamada es a mirar con la mirada de Jesús. Mirar con las entrañas, con el corazón.

  • ¿Qué vemos? La realidad nos interpela y puede ser agobiante. Nos hemos dado cuenta de que la pandemia no solo nos ha cambiado la rutina, si no que nos ha hecho tomar conciencia del sufrimiento ajeno a un nivel global. Por lo tanto, pensar en regresar a la normalidad ya no es lo mismo. La pandemia no es un paréntesis para volver a una normalidad vencida.
  • ¿Cómo nos vemos? Es importante vernos como agentes de esperanza y reconciliación en nuestro mundo y nuestra historia. La realidad no nos puede paralizar. Al vernos en el espejo de la mirada de Jesús, tomamos conciencia de lo que el Papa Francisco nos dice: “El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mi, que todo irá bien si me va bien a mí.
  • ¿A quién vemos? Nuestra mirada debe estar fija en Jesús. Esta mirada compromete nuestro afecto y voluntad para mirar la realidad de una manera diferente. Mirar con los ojos de esperanza; nos hace capaces de acompañar a quien vemos, aunque sea doloroso y difícil. Para aquellos que podemos participar de las misas presenciales el reto es no olvidarnos de los muchos que no pueden acompañarnos y de aquellos que no podrán regresar.

El “volver a la normalidad” en nuestra parroquia depende de las conclusiones que saquemos del ahora, de lo que dicernamos es esencial y no negociable. Les exhortamos a que tomemos estos días de oración en comunidad para que podamos responder con generosidad y considerar nuevas maneras de participación de la vida parroquial. Pidamos la gracia de ser audaces y poder discernir con la mirada esperanzadora de Jesús.

En adelante, incluimos la exhortación de Padre Flavio Bravo, S.J. a la comunidad parroquial

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